lunes, 13 de julio de 2009

Happy birthday to me!

Así como la navidad para los niños, las reuniones de reencuentro con los amigos, los primeros pasos de un bebé o la alegría de haber ingresado a la universidad, es la misma sensación cuando uno espera las numerables horas para festejar su cumpleaños desde el primer minuto del día. Porque no hay cosa más grande para uno cumplir años, ya sea para un niño decir: "Estoy grande" o para un adulto decir: "Los años no pasan por mí".
Los dichosos regalos. Esos regalos que provienen del padre, de la madre, de los hermanos, del perro, de los tíos, del primo jodido, del amigo, de algún conocido y de algún desconocido, pero no falta uno que te diga que se le olvidó o que no tuvo tiempo pero que de igual forma va a tu casa para saludarte -peor es nada-.

También, las visitas de algunos de tus familiares que sólo una vez al año van a tu casa por tí, porque tienen un motivo, o mejor dicho una excusa, para visitar, y a ellos no les interesa si están peleados o distanciados, harán lo posible para llegar a tu casa y quitarte unos minutos de tu grandioso día.

Y no menos importante, el saludo de los compañeros del colegio o de la universidad, esencialmente del colegio. Ni bien falta una semana para festejar ese día y tus compañeros te van advirtiendo que no debes venir al colegio, aunque uno ya sabe que no debe asistir ese día. En ese gran día, ellos se convierten en un servicio de inteligencia, uno avisa que estas en el lavabo mojándote el cabello, el segundo entra al baño contigo para ver que no te escapes y tú ni cuenta te das, el tercero te chequea desde el patio para dar la señal a un cuarto que está afuera en la puerta de salida para dar aviso a otros. Mientras caminas a la puerta, hay otros cuatro o cinco que corren a una tienda y compran media docena de huevos y unos cuantos ponches. Tan sólo das unos pasos afuera y oyes a tu mejor amigo gritando: "Agárrenlo", tú sin saberlo volteas y ves a tres corriendo hacia tí, uno te sostiene el cuerpo, otro los brazos y el último te sujeta las piernas.
Lo bueno es que el ponche te lo escurren en la cabeza, pero de ahí es hora de los huevos... Simplemente los tres que te agarran se corren, aunque se queda uno para no dejarte ir. Los demás toman posición y uno a uno te lanza esos huevos.
Con la cabeza de ponche y huevos y tu ropa manchada con lo mismo, te pones alegre y te ríes de lo que sucede. Porque sabes que ese ponche y huevos son significativos, porque sabes que te recuerdan y te quieren, que no importa si estás deprimido o dolido por algo, ellos trataran de hacerte reír.

Es un acontecimiento importante en la vida de una persona el cumplir años, pero no para mí. Para mí es como cualquier otro día, como un feriado. No acostumbro festejar mi cumpleaños, porque no me gusta hacerlo.
Sólo una vez organice una fiesta para invitar a mis compañeros del colegio. Creo que fue cuando estuve en sexto grado de primaria. No fue ni divertido pero tampoco aburrido. Lo contaría pero no recuerdo muy bien ese día. Pero si recuerdo que ese día fue terrible para mí. A mí no me gusta que me tomen fotos sin avisarme. Eso hizo mi mamá. Yo estaba soplando las velas y ella me toma una foto. Yo me molesté y me retiré a mi cuarto. Me puse a llorar. Mi mamá entra rápido y me grita. Y no sólo pasó una vez sino unas cuantas más. En los dos años siguientes también pasó lo mismo. Se hizo costumbre para mí llorar en mi cumpleaños.

A veces recuerdo porque lloro y me doy cuenta que es porque hago algo mal o porque no soy importante en este entorno. Este año cumplo 17.
Unos días antes de mi cumpleaños, el día domingo, Catrina me abraza y me dice: "Ya se acerca tu cumpleaños, chino". Yo le digo que esta bien.
Luego de unas horas. Le digo a Catrina que no podría estar en mi casa para saludarme por mi cumpleaños ya que ella tenía que irse ese domingo, y no podría venir porque no habría carros que la trajeran.
- Sí. Pero no creas que no habrá mucho paro. Sí va a haber carros.
- No, no va a haber.
- Sí va a haber -me dijo con mucha seguridad y con una mirada, una mirada que la hace bella.
El día miércoles, tocan el timbre salgo y veo a Catrina, cumplió con lo que dijo. Cumplió en venir para celebrar mi cumpleaños. Mi mamá sale a comprar una torta de fresa con gelatina como me gusta. Entre las 10 y 11 de la noche, mi hermana sirve dos tragos, una de color verde y otra de color casi gris. Mi mamá, mi hermana, Catrina y yo nos sentamos en la sala para conversar mientras tomábamos los tragos. Ya a la medianoche, minutos antes del 9 de Julio (mi cumpleaños), apagaron las luces y apagué las velas.
Sin nada más que hacer nos fuimos a dormir. Catrina y yo nos pusimos a ver una película y luego nos dormimos. Al despertar, Catrina me abraza y me dice "Felíz Cumpleaños". Yo simplemente le digo "Te amo".

Contaría que más paso ese día pero no fue muy interesante que digamos, no hubo nada especial. Lo único que me agrado y que fue especial para mí es haber tenido a mi lado a Catrina.
Pienso que mis 16 cumpleaños que tuve fueron los peores. Sé que los demás años que cumpla serán distintos. Ya no habrá malestar, sufrimiento ni lágrimas en el corazón del niño que se extinguió. No habrá más cámaras asesinas que ataquen al pobre niño con dientes de leche. No habrá más pérdidas de tiempo en casa. Ahora tendré compañía, tendré a Catrina. Tendré a alguien a quien soy importante. Tendré a alguien que me escuche. Tendré a alguien que seque mis lágrimas.

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